Un rabino expresó “el revolucionario
más grande en la historia de la humanidad ha sido Moisés”. Su afirmación captó
mi atención pues uno imagina a Jesús como el mayor revolucionario. Pero, trate
de no ser consumido por el ego cristiano para reflexionar en su señalamiento y
me di cuenta que ese hombre tenía razón. A continuación explicaré.
Moisés fue el hombre que acudió ante
el Faraón de Egipto y en repetidas ocasiones recalco; “libera a mi pueblo” (Éxodo
cap. 7). Jesús en cambio no tiene como principal encomienda entrevistarse con
Herodes ó Pilato, él fue llevado ante ellos en su arresto y del procurador
Romano expreso; “ninguna autoridad tendrías sobre mí si no te fuese dada de
arriba…” (S. Juan 19:11). Jesús reconoció la autoridad de Pilato, esta actitud
no parece la de un revolucionario.
En el tema de las leyes, Moisés
instaura una ley para el pueblo hebreo, una vez que los liberó de Egipto,
estando ante toda la comunidad profirió una alianza; “Tomo después el libro de
la Alianza y lo leyó ante el pueblo, que respondió; obedeceremos y haremos todo
cuando a dicho Dios. Entonces tomó Moisés la sangre, roció con ella al pueblo y
dijo; “Esta es la sangre de la Alianza que Dios ha hecho con ustedes, según
todas estas palabras” (Éxodo 24:7,8). Esto es muy distinto a la Alianza que
Jesús profirió, donde solamente estaba él con sus doce discípulos celebrando la
cena judía de la pascua comiendo panes sin levadura. ¿No debería un
revolucionario estar delante de una multitud contagiándolos de su ánimo para
iniciar una transformación?. Claro que sí.
Algunos ven en Jesús ese signo
revolucionario, afirman “él se rebeló contra las autoridades religiosas de su época”,
pero Jesús uso la siguiente expresión para referirse a ellos “en la cátedra de Moisés
se han sentado los escribas y fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan;
pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen” (S. Mateo 23:2,3). ¿Esta
es la actitud de un revolucionario?. No parece ser así, los reconoce.
Hay quienes señalan “Jesús trajo la
revolución del amor”. En los evangelios es Jesús quien ofreció una gran reflexión
sobre los textos de Moisés y las leyes judías. Por ejemplo; él se refirió a dos
grandes mandamientos como el resumen de toda la ley y los profetas, estos mandamientos
son; “Amarás al Señor tu Dios” el cual aparece en Deuteronomio (cap. 6, v. 5) y
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” que aparece en el libro del Levítico
(cap. 19, v. 18). Si estos mandamientos y muchos otros ya eran parte de la
cultura del pueblo de Israel, ¿en verdad Jesús fue tan revolucionario como uno
cree ó simplemente él tuvo la capacidad de resumir la ley judía de un modo
extraordinario?. Creo que es la segunda.
Cristo introduce un elemento que
muchos olvidamos hoy en día; la cruz. Tomar la cruz no parece la actitud de un
revolucionario reactivo que desea cambiar el mundo. Jesús parece no renegar del
sistema; no se entrevisto con Herodes, ni con Pilato, ni negó la autoridad de
los fariseos. El cristianismo se parece más al hombre que aprende a gobernarse
a sí mismo, el hombre que siembra cargando su cruz, mirando la viga en su ojo, ese
hombre que prefiere negarse a sí mismo para no quebrantar el mandamiento divino
y espera a que Dios lo resucite.