Es sabido que
muchísimos bautizados no acuden a misa, se han acostumbrado a vivir de esa
manera, lejos de una vida eucarística. Es curioso el argumento que profesan
algunos para no acudir, por lo general dicen: “no necesito ir a misa para
hablar con Dios”. Pero nadie necesita la misa para hablar con Dios, es Dios
quien estableció la misa para compartirnos su cuerpo, para hablar con Dios
basta el orar. Vamos a misa para recibir su cuerpo, en ningún otro lugar lo
podremos recibir.
En la carta a los
hebreos, el autor propone varios puntos interesantes que debemos considerar en
nuestra vida de fe, entre ellos, que no dejemos de ir a la Iglesia ó asamblea para
fortalecer nuestra vida espiritual. También nos exhorta para ser fuertes y
resistir a las tentaciones y no pecar deliberadamente habiendo recibido la
gracia y la hostia, de hacerlo estaríamos ofendiendo su sacrificio.
La carta a los hebreos
expresa lo siguiente: “Acerquémonos con corazón sincero, con fe plena, limpios
interiormente de todo lo que mancha la conciencia y con el cuerpo lavado con
agua pura. Sigamos profesando nuestra esperanza sin que nada nos pueda
conmover, ya que es digno de confianza aquel que se comprometió. Tratemos de
incitarnos el uno al otro en la forma de amar y hacer el bien. No abandonen las
asambleas, como algunos acostumbran hacer, sino más bien anímense unos a otros,
tanto más cuanto ven que se acerca el día. Si pecamos voluntariamente después
de haber recibido el pleno conocimiento de la verdad, no puede haber ya
sacrificio por el pecado; solamente queda la perspectiva tremenda del juicio y
del fuego que devorará a los rebeldes. El que desprecia la Ley de Moisés es
condenado a muerte sin compasión por el testimonio de dos o tres personas (en
el antiguo testamento). ¿No será mucho peor para quien pisotee al Hijo de Dios
y profane la sangre de la alianza con la cual fue santificado, habiendo
insultado al Espíritu, don de Dios? Conocemos al que dijo: A mí me corresponde
la venganza, daré a cada cual su merecido. Y también: El Señor juzgará a su
pueblo. Es espantoso caer en las manos del Dios vivo” (Hebreos 10:22-31).
El autor de la carta
puede sonar duro en sus expresiones y más si consideramos que Dios es amor.
¿Cómo puede Dios obrar así, siendo que El es amor?, primero debemos considerar
que Dios ya mostro su amor desde antes, ósea, en el sacrificio de Jesús fue
manifestado su amor, dejando la puerta abierta para que todos los hombres lo
conozcan. ¿Qué es “conocer” a Dios?, nos referimos a “conocerlo”, no al acto
simple de recitar un dogma, si no a la vida interior donde el individuo se
enfrenta a las delicias del Espíritu Santo, escuchando el llamado que Dios hace
hacia la fe y la santidad. ¿A qué se refiere cuando expresa “a mi corresponde
la venganza”?, expliquemos, en Dios no existe pecado, la “venganza” es un pecado
humano pero en Dios es una virtud, la “venganza” de Dios trae beneficios para
el hombre, ¿Qué podría ser la venganza de Dios?, que El nos reciba tras nuestro
quebranto y arrepentimiento, ahí es cuando Dios nos ha derrotando por su amor
perfecto exento de pecado.
Por lo tanto, una
persona que ha recibido y crecido en el conocimiento de la Verdad y decide por
voluntad propia alejarse de Dios para volver al pecado, a una vida sin rastros
de santidad, ni gracia, no invalida de ninguna manera el amor de Dios, sino
que, el mismo por su propia rebeldía decidió alejarse del amor del Padre para
hacer de su vida una prisión de obscuridad. Seamos precavidos, el pecado endurece
el corazón, no sea que por nuestra rebeldía perdamos la sensibilidad y no
seamos capaces de volver al Dios que nos ama. ¿Hace cuanto que no comemos la Eucaristía?.