Hace poco leí una discusión de dos en un grupo ecuménico
en la red social. En este debate se confrontaba la importancia entre la Biblia
y la Iglesia. Algunos defendían la postura de que la Biblia es superior,
afirmando que esta es anterior a la Iglesia, dado que, el origen de las
Sagradas Escrituras se remonta a Israel y la Escritura es la palabra de Dios,
el Verbo de Dios, ósea, la Escritura es Jesús.
En esta afirmación hay veracidad, solo hay que
indagar en la historia para no entenderlo equivocadamente. El antiguo testamento
inicia con el pueblo hebreo. Para conocer el origen de los escritos sagrados hare
un repaso en historia de la salvación; Dios escogió a Abram y lo llamo Abraham otorgándole
una promesa, de ahí vino Isaac, Jacob y el pueblo de Israel, y cuatrocientos
treinta años después vino la ley por mano de Moisés (esto lo sabemos porque San
Pablo lo menciona en Gálatas 3:17). El pueblo de Israel vivió cuatro siglos sin
textos sagrados, compartiendo una fe oral y confiando en la promesa que Abraham
recibió. La Biblia es anterior a la Iglesia cuando se refiere al antiguo testamento,
pero la Escritura no es anterior a Israel.
Para escribir el antiguo testamento, Dios escogió
a Moisés como autor de la Tora y este escribió la ley del talión en el antiguo
testamento (Éxodo 21:23-25). Moisés es el autor del primer libro de nuestra
Biblia y se cree la composición se remonta al año 1,500 a.C., el último libro
del antiguo testamento es Malaquías y su fecha de composición se aproxima al
año 460 a.C. Con estas fechas aproximadas podemos acotar el periodo de
composición de los textos del antiguo testamento.
En base a lo anterior definamos lo siguiente; ¿Por
qué creer que la Escritura es la Palabra de Dios, el Verbo de Dios, siendo que Cristo
negó la ley del Talión que escribió Moisés?. Si, la Escritura es la Palabra de
Dios, la Escritura contiene la revelación divina pero debemos considerar que Moisés
y el resto de los autores transmiten la revelación de Dios bajo la visión y limitación
de quien escribe; el hombre, en este caso Moisés. Es Jesús quien completa la
enseñanza, transmitiendo la revelación divina desde lo que es; Verbo encarnado,
superior a todos los hombres en su conocimiento de Dios.
Fue hasta el año 382 d.C. cuando el Concilio de
Roma establece el canon para los escritos que componen el Nuevo Testamento. Hasta
ese momento, la Iglesia vivió al menos cuatro siglos sin un canon, solo poseía documentos
donde se exponía la enseñanza de Jesús y los apóstoles. Así fue como se completo
la Biblia, el pueblo – Israel e Iglesia - es quien tiene un papel fundamental
en la creación y compendio de sus textos, no pueden desligarse.
En el caso del Nuevo Testamento son los apóstoles
y discípulos los autores de los textos sagrados. La Palabra de Dios se expreso
por los apóstoles en sus cartas para la Iglesia, a modo de no ser un simple texto
leído por cualquiera, sino ser la Palabra que se expresa en los apóstoles para
la Iglesia, siendo la Iglesia el cuerpo y el resguardo de la Palabra, pues la
Iglesia es el cuerpo de Cristo.