domingo, 29 de enero de 2017

Te llamaras Pedro

Llegado Jesús a la región de Cesárea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?”. Ellos dijeron: “Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas”. Díceles él: “Y vosotros ¿quién decís que soy yo?”, Simón Pedro contestó: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”. Replicando Jesús le dijo: “Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos”. Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo. (S. Mateo 16:13-20)
Hace unos días sostenía una plática con un hermano evangélico. Desde su postura no católica, afirmaba que la piedra sobre la cual se edifica la Iglesia es la confesión “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” y no el apóstol, pero ¿Qué tan correcto es esto?. Tal afirmación tiene lógica y cordura, el cimiento del cristianismo es Cristo y no los hombres, pero ¿Qué pasa cuando Cristo hace promesa sobre los hombres?. 
Si tomáramos tal interpretación como valida: “la piedra es la confesión y no el apóstol”, debemos cotejar el evangelio de San Juan, pues según este evangelista, es el apóstol Andrés el primero que confiesa que Jesús es el Cristo y lo anuncia, al grado de tener el merito de evangelizar a Pedro. Cito el pasaje; Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan (el bautista) y habían seguido a Jesús. Este se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: “Hemos encontrado al Mesías” - que quiere decir, Cristo. Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: “Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas” - que quiere decir, "Piedra". (S. Juan 1:40-42) En este evangelio, Pedro ni siquiera emite palabra alguna y Jesús solo con verlo le cambia el nombre (Pedro significa piedra), esto no sucedió con Andrés.
Releyendo el pasaje de San Mateo debo hacer notar otra declaración; “lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos”. La misma afirmación reaparecerá dos capítulos más adelante, Jesús la usara para referirse a la comunidad (ver cap. 18, v. 18), sin embargo, la expresión hecha sobre Pedro; “a ti te daré las llaves del Reino de los Cielos” no es proclamada sobre nadie más.

Para concluir, debemos diferenciar que Jesús mostro predilección sobre Pedro antes que Andrés y la comunidad –aunque Andrés proclamo primero que Jesús era el Cristo, su nombre no fue cambiado- y aunque la expresión “lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos…” tiene también un sentido comunitario, Jesús no entrego las llaves del Reino de las Cielos a la comunidad, la entrego a Pedro.