domingo, 1 de julio de 2018

Jesús, Pedro, Santiago y Juan


            Hace poco en las lecturas de la misa se leyó el pasaje de la curación de la hija de Jairo, el jefe de la sinagoga. Mi reflexión no va entorno al milagro de la curación, sino al señalamiento que hace el evangelista entorno a “Pedro, Santiago y Juan”, porque Jesús solo a estos tres les permitió presenciar aquel milagro (S. Marcos 5:37-43). Estos tres discípulos también estuvieron presentes en la transfiguración de Jesús (S. Lucas 9:28-36), y estuvieron junto con él en el huerto de los olivos antes de ser arrestado para ser crucificado (S. Marcos 14:33,34). Jesús muestra una predilección por estos tres, Pedro y los hermanos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo.
            Me parece posible encontrar símbolos en estos tres, primero que nada el número tres, número sagrado, asociado al misterio trinitario. También el orden presentado por los evangelistas; Pedro, Santiago y Juan. Recordando que Pedro es puesto en primero lugar y es quien recibe la promesa; “Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (S. Mateo 16:18).
            Es Jesús quien cambia el nombre de Simón, y lo llamó Cefas que significa “piedra” al que conocemos como Pedro. Dentro de la biblia cuando existe un cambio de nombre es porque existe una promesa, el caso más conocido es el del patriarca Abram que Dios lo llamo Abraham y le otorgo una promesa. En los evangelios, podemos encontrar un caso peculiar sobre Santiago y Juan, pues a estos dos, Jesús los llamo como “Boanerges” que significa “hijos del Trueno”. No hay que olvidar que en el antiguo testamento, en el libro del Éxodo, la voz de Dios es descrita como una voz de trueno (cap. 19, v. 19). La asociación y significado puede ser relevante, al referirse a ellos como “hijos del trueno” puede asociarse a la razón de señalarlos como “hijos de Dios”, “hijos del trueno”, “hijos de la Palabra”.
            En el evangelio según San Marcos, distinguimos que Jesús estableció doce apóstoles, a Simón lo llamo Pedro, a Santiago y Juan los llamo Boanerges, y no puso algún nombre adicional algún otro apóstol (cap. 3, v. 16-19). Existe una predilección por estos tres; Pedro, Santiago y Juan., y ésta no fue desconocida por la Iglesia primitiva, el mismo San Pablo reconoce a estos tres como pilares del templo en su carta a los Gálatas (cap. 2, v. 9).
            El apóstol Juan tiene un atributo especial que no debemos pasar por alto, este recibió la encomienda de custodiar a la Virgen María, la madre de Jesús y es vuelto también en hijo de María (S. Juan 19:26,27). Ella, es la mujer que aportó el vientre para que el Verbo de Dios fuese encarnado, y a su vez, esta mujer es el símbolo y signo que representa a la Iglesia.
            Si miramos estos paralelos; Jesús acompañado de Pedro, Santiago y Juan, podemos apreciar ese sentido de organismo eclesial, el Mesías que está a la diestra de Dios, Pedro el apóstol con primado, y los hermanos, los hijos de la Palabra, hijo de María, el encargado de custodiar y velar por la Iglesia para que nosotros participemos de las promesas, hijos de la Palabra y de la misma carne: la Eucaristía.