domingo, 15 de julio de 2018

Los mandamientos de Jesús


            Referente a la vida eterna, en el evangelio de San Marcos encontramos la plática entre Jesús y el joven rico, es ahí donde se plantea la interrogante; “Maestro bueno, ¿Qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?”, a esto Jesús respondió; “Los mandamientos sabes; no mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre” (Cap. 10, v. 19). Sin embargo, en la oración del huerto del Getsemani, Jesús afirma; “Esta es la vida eterna; que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo” (S. Juan 17:3). Entonces, ¿Qué es la vida eterna; creer en Dios ó cumplir mandamientos?, son ambas cosas, creer es hacer.   
            Dentro de la fe judía, los rabinos saben que la ley de Moisés se compone de 613 mandamientos, curiosamente, la mayoría de bautizados no sabemos cuántos mandamientos dejo Jesús, quizá ni el Papa Francisco ó Benedicto XVI con toda su autoridad podrían expresarlo ambos y coincidir en un mismo número. De Jesús se conocen sus enseñanzas, sus parábolas, pero dudo que alguien sepa con exactitud el número de sus mandamientos. Los judíos si saben cuántos mandamientos dejo Moisés; 613. ¿Por qué los católicos no lo sabemos?.  
            Si para heredar la vida eterna se deben cumplir mandamientos, ¿Cuántos mandamientos dejo Jesús?, ó, si la vida eterna consiste en creer en Dios y en Jesús, ¿cómo podemos afirmar que creemos si no sabemos ni cuantos mandamientos dejó?.
            Creo que el ejercicio de enumerar los mandamientos de Jesús puede ser interesante porque para ello es necesario realizar una lectura minuciosa y profunda del Nuevo Testamento, sin embargo, debo aclarar que la fe católica nunca fue propuesta como un conteo de “leyes de Jesús”. Pero, en estos tiempos de confusión religiosa y moral, podría ser muy útil hacer un conteo para discernir lo que Jesús enseño y lo que no enseño, esto sin el afán de tener una información legalista para mirar la paja en el ojo ajeno, sino, con el anhelo de conocer más a fondo las enseñanzas y no pasarlas por alto ú omitirlas, esperando con esto sacar la viga de nuestro ojo, sabiendo que si somos más fieles a sus enseñanzas recibiremos mayores retribuciones celestiales; mas gracia sobre gracia y mas paz sobre la paz. Nadie puede ser fiel a lo que no conoce.    
            El propio evangelio señala; “Si me amas, guarda mis mandamientos” (S. Juan 14:15), pero, ¿cuántos mandamientos dejo Jesús?, nadie lo sabe con exactitud. Si hacemos una lectura lineal del evangelio de San Mateo encontraremos que los primeros capítulos hacen alusión al antecedente de Jesús, su nacimiento, su bautismo, etc. Es hasta el capítulo cuarto donde Jesús muestra su primer mandamiento; “Coinvertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado” (Cap. 4, v. 17), después, en el capitulo cinco, es fácil enumerar mandamientos de Jesús; las bienaventuranzas, la obligación de hacer el bien, conservar la pureza interior, etc. El ultimo mandamiento de este evangelio es; “id pues y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre, y el Hijo, y Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que yo os mando…” (Cap. 28, v. 19, 20).
            Para concluir, supongamos que pudimos enumerar todos los mandamientos que Jesús nos dio, ¿Qué podemos conseguir con esto?, ¿acaso podremos cumplir todos sus mandamientos?, no, creo que será imposible cumplirlos todos porque somos seres débiles, cometemos errores y omisiones. Consideremos que leer la totalidad de los mandamientos de Jesús –esto es, los cuatro evangelios completos- solo nos hará saber lo imperfecto y rebeldes que hemos sido, y que, aun con esto, Dios nos sigue amando. Así que, si pasamos de la ignorancia al entendimiento –conociendo lo que Jesús dejó- y sabemos que Dios es paciente y misericordioso con el que sabe y con el que ignora, seamos pacientes también con todos, porque ese también es un mandamiento de Jesús; “haz con los demás, lo que quieres que hagan contigo” (S. Mateo 7:12).