Imaginemos
el mundo antiguo con sus soberanos monarcas, en un tiempo donde la igualdad
entre las personas era un concepto desconocido. Las monarquías se heredaban y
los reinos pertenecían a las familias, sin embargo, la sagrada revelación
presentó para su tiempo algo novedoso con la disputa del rey Saúl contra su
sucesor, David.
Saúl
y David no pertenecían a una misma familia, el rey Saúl provenía de la tribu de
Benjamín mientras que David venia de la tribu de Judá, pero ambas fueron tribus
de Israel, y, aunque la primera esposa de David fue una hija de Saúl, bajo la visión
de la ambición humana la sucesión del rey debió estar en su primogénito y no en
su yerno.
El
rey Saúl fue enemigo de David, deseo su muerte y aunque David tuvo oportunidad
de acabar con Saúl, no lo hizo, hasta lo perdonó.
Un
personaje importante en la disputas entre Saúl y David fue Jonatán, el
primogénito del rey Saúl. Pocas veces se pone atención al personaje de Jonatán,
y es que este personaje como hijo mayor del rey Saúl pudo reclamar la corona de
su padre como sucede en todas las monarquías, pero no lo hizo, Jonatán declino
a favor de David volviéndose en su mejor amigo, ganándose el enojo de su padre,
Saúl.
En
la relación Saúl – David - Jonatán, la historia de la salvación nos muestra un
Dios que escogió a Saúl para ser rey pero se arrepintió de haberlo escogido, y
que después, opta por escoger a David. Es Jonatán, primogénito del rey Saúl,
quien acepta el designio sin objeción, hasta colabora para que David huya de la
furia de Saúl y se vuelve en el mejor amigo de David.
En
esta historia narrada en los libros del profeta Samuel, pareciera que Dios
“cometió el error de escoger a Saúl”, ¿en realidad lo cometió?. Lo dudo, creo
que la revelación deseó mostrar algo mucho más grande que un “error de
selección”, pues en el personaje Jonatán y en su desapego por la corona de su
padre vemos un individuo que reconoce que el poder no le pertenece a su
familia, ni a los individuos, el poder proviene de un ser mucho más grande, el
poder proviene de Dios y él lo otorga a quien le plazca; en este caso, la
sucesión no fue para el primogénito Jonatán sino para David. ¿Podremos ser capaces de entender la
humildad de Jonatán para ceder nuestro lugar a otro entendiendo que ya no es
nuestro?. Si logramos identificar en nuestra vida esa corona que no nos
corresponde y aprendemos a soltarla, seremos individuos más libres, podremos
construir una mejor comunidad y hasta una Iglesia con menos disputas internas,
con gente de menos afán protagónico.
La
relación de David y Jonatán concluye con el favor de David (2do libro de
Samuel, cap. 9). Después de la muerte de Saúl y Jonatán, David como rey de
Israel buscó algún descendiente del Saúl y Jonatán para retribuirle. El hijo de
Jonatán era Mefiboset, un hombre tullido de pies que vivió en Jerusalén y fue
recibido en la mesa del rey David pues todos los días comía con él.