En una ciudad había dos hombres, el primero tenía una cualidad envidiable pues se podía decir que lograba todo aquello que se proponía y por esto recibía muchos reconocimientos de parte de sus allegados, el segundo tenía el don de la caridad y también por esto era respetado y apreciado por todos. Los dos hombres gustaban de ser reconocidos pues con esto se sentían amados y apreciados por la comunidad.
Un día el primero dijo al segundo; “Desde muy joven me puse metas altas y fui tenaz para alcanzar un patrimonio porque sabía que en mi vejez no podría trabajar con tanto esmero, jamás pensé llegar tan lejos pero la verdad ahora solo busco cumplir mis meta no por estar interesado en la meta sino para alcanzar el reconocimiento y sentirme apreciado, en ocasiones es frustrante alcanzar un propósito y que la gente no lo reconozca ó desee lo que conseguí, eso para mí se está convirtiendo casi en un fracaso, sin embargo me he dado cuenta que cuando fracaso en algo que me propongo y alguien me ofrece su aliento eso me conforta y me siento apreciado, irónicamente el aprecio era el motivo para lograr el propósito que no alcance, ¿Qué me sucede?”.
El segundo hombre le contesta: “Pienso que estas buscando ser reconocido y aceptado por tu eficiencia e inconscientemente centras tu valor en tus logros ó fracasos y eso me parece sumamente duro, solo observa tu nacimiento y el hecho de haber venido a este mundo, nadie antes de haber nacido ha hecho algo para merecer la vida porque la vida es un regalo, centrar tu vida en tus logros es algo injusto para ti, suponte que: si desde que naces hasta que mueres fracasas en todo lo que te propones ¿tu vida no tuvo entonces sentido ni razón de ser?, si buscas el aprecio de los demás por tus logros es lógico que te resistas a creer que en la derrota podrás valer algo, no busques darte valor como persona por el triunfo, porque solamente podrás sentirte seguro de ti mismo cuando triunfes en tus propósitos y cuando caigas el golpe será mucho más duro, quizá por esto el aliento en medio de la derrota te hace sentir apreciado porque bajo tu lógica la derrota resta valor al ser humano cuando no debe ser así. Nunca te valores como el producto de tus expectativas sobre tus resultados logrados, pues así solo caerás en el juego de sumarte valor como persona basado en tus conquistas materiales y meritos personales, por ejemplo en mi caso: cuando practico la caridad me siento útil porque en verdad estoy siendo de utilidad y recibo el cariño y la aceptación de las personas que se benefician con mis actos, sin importar mis triunfos ó fracasos vividos y eso me hace sentir valioso”.
Aquel primer hombre medito lo que su amigo le dijo y regreso a su casa lleno de nervios, reunió a toda su familia para darles un anuncio: “Hoy fue mi ultimo día en la compañía, a partir de hoy me he quedado sin trabajo y ya no tengo nada, olvídense de los autos nuevos, las reuniones, las vacaciones y la casa grande porque tendremos que mudarnos”, sus hijos y esposa se espantaron y mientras lo abrazaban su mujer contesto: “No te preocupes que entre todos saldremos adelante” y el hombre contesto: “Muchas gracias por tu apoyo, yo quisiera darles a ustedes lo mejor pero no tengo poder para predecir ó dominar la abundancia y la carencia, la alegría y la tristeza”.
Un día el primero dijo al segundo; “Desde muy joven me puse metas altas y fui tenaz para alcanzar un patrimonio porque sabía que en mi vejez no podría trabajar con tanto esmero, jamás pensé llegar tan lejos pero la verdad ahora solo busco cumplir mis meta no por estar interesado en la meta sino para alcanzar el reconocimiento y sentirme apreciado, en ocasiones es frustrante alcanzar un propósito y que la gente no lo reconozca ó desee lo que conseguí, eso para mí se está convirtiendo casi en un fracaso, sin embargo me he dado cuenta que cuando fracaso en algo que me propongo y alguien me ofrece su aliento eso me conforta y me siento apreciado, irónicamente el aprecio era el motivo para lograr el propósito que no alcance, ¿Qué me sucede?”.
El segundo hombre le contesta: “Pienso que estas buscando ser reconocido y aceptado por tu eficiencia e inconscientemente centras tu valor en tus logros ó fracasos y eso me parece sumamente duro, solo observa tu nacimiento y el hecho de haber venido a este mundo, nadie antes de haber nacido ha hecho algo para merecer la vida porque la vida es un regalo, centrar tu vida en tus logros es algo injusto para ti, suponte que: si desde que naces hasta que mueres fracasas en todo lo que te propones ¿tu vida no tuvo entonces sentido ni razón de ser?, si buscas el aprecio de los demás por tus logros es lógico que te resistas a creer que en la derrota podrás valer algo, no busques darte valor como persona por el triunfo, porque solamente podrás sentirte seguro de ti mismo cuando triunfes en tus propósitos y cuando caigas el golpe será mucho más duro, quizá por esto el aliento en medio de la derrota te hace sentir apreciado porque bajo tu lógica la derrota resta valor al ser humano cuando no debe ser así. Nunca te valores como el producto de tus expectativas sobre tus resultados logrados, pues así solo caerás en el juego de sumarte valor como persona basado en tus conquistas materiales y meritos personales, por ejemplo en mi caso: cuando practico la caridad me siento útil porque en verdad estoy siendo de utilidad y recibo el cariño y la aceptación de las personas que se benefician con mis actos, sin importar mis triunfos ó fracasos vividos y eso me hace sentir valioso”.
Aquel primer hombre medito lo que su amigo le dijo y regreso a su casa lleno de nervios, reunió a toda su familia para darles un anuncio: “Hoy fue mi ultimo día en la compañía, a partir de hoy me he quedado sin trabajo y ya no tengo nada, olvídense de los autos nuevos, las reuniones, las vacaciones y la casa grande porque tendremos que mudarnos”, sus hijos y esposa se espantaron y mientras lo abrazaban su mujer contesto: “No te preocupes que entre todos saldremos adelante” y el hombre contesto: “Muchas gracias por tu apoyo, yo quisiera darles a ustedes lo mejor pero no tengo poder para predecir ó dominar la abundancia y la carencia, la alegría y la tristeza”.