“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. (San Mateo 25:31-34)
En este capitulo del Evagelio de San Mateo se relata el juicio a las naciones, siendo las ovejas aquellas personas que en vida practicaron la caridad y atendieron el llamado de Jesucristo. Dice el evangelista “apartara a los unos de los otros”, la palabra apartar significa dividir, quitar, alejar, retirar. Dios es nuestro juez, y en su justicia ha permitido que nosotros decidamos en vida nuestro futuro, Dios al llamarnos a la conversión deja en nuestras manos la elección hacia un camino “cabrito ú oveja”, que cada hombre decida si se aparta para Dios ó si de Dios se aparta.
Podriamos decir que desde pentecostés Dios se ha interesado por congregar en Cristo a toda la humanidad porque nos ha enviado a compartir el evangelio con todas las naciones. Esta convocatoria que Dios hace por medio de Cristo y que el Mesías hace por medio de los Apostóles convoca al mundo en unidad con la Iglesia. Aunque suene díficil de creer ó de pensar, Dios quiere convertir a la totalidad del género humano en su Iglesia, este es el deseo de la evangelización. Con lo anterior, no me refiero a que todos seamos ídenticos sino a que todos participemos dignamente del Cuerpo y la Sangre de Cristo. La evangelización significa no solo el discipulado sino llevar el Sacramento a un mundo que no lo conoce, ni lo ha vivido.
Dice el evangelista San Mateo sobre el Juicio, Jesus dijo: “Porque tuve hambre y me diste de comer”, ha esto debo añadir yo, que Cristo es ofrecido para nuestro sustento y aun así muchos lo despreciamos. Tenemos hambre y nos negamos a comer, y cuando no compartimos nuestra fe somos propicios para que otros no coman. En ocasiones conscientemente nos abstenemos de comerlo porque sabemos que para comer dignamente debemos confesar nuestro error y apartarnos del mal, y eso nos molesta. Entonces veo que esta división entre cabritos y ovejas ¡ya ha empezado!, aunque Dios permanezca en silencio y sin juzgarme aun, confirmando en el Sacramento su deseo para que yo decida apartarme del mal.
Para concluir, ¿solo los que comulgan se van a salvar?, no, pues San Pablo dijo que quién comía indignamente del Cuerpo y la Sangre del Señor sería culpado por este acto, esto significa comer la Eucaristía sin confesión estando en pecado grave. Quien desee comer del Cuerpo y la Sangre del Señor debe ser purificado previamente, y vivir una vida acorde al pensamiento de Jesucristo. Esto es estar a la derecha del Señor, asi como Jesús se sentó a la derecha del Padre y no a su izquierda. Jesús es nuestro ejemplo porque nos indica el camino a seguir, y aunque fué sin pecado, Jesús fue tentado al igual ó mucho mas que nosotros por su papel Mesiánico.
Jesús dijo, “Luchen por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos desearan entrar y no podrán” (Lucas 13,24). Concluyo que llegar a ser oveja no viene de un deseo, sino de una lucha contra aquello que nos impide alcanzar la Gloria.