La escritura cuneiforme es comúnmente aceptada
como una de las formas más antiguas de expresión escrita, según el registro de
restos arqueológicos. Se le llama así porque utiliza símbolos en forma de “cuña”
labrándolos en piedra. Las fuentes cuneiformes llaman “habiru” ó hebreos a los
emigrantes, labradores, esclavos ó jornaleros que aparecieron en la región de
Babilonia, Asiría, Asia menor, Egipto y Tierra Santa.
Podemos decir que “habiru” es un sinónimo de
“marginado”, y en esta palabra antigua “habiru” existe ya una gran revelación
del corazón de Dios, es pues Yavhé el Dios de los “habiru”, el Dios de los
hebreos, el Dios de los marginados. Me parece totalmente lógico pensar que
desde el tiempo antiguo las primeras revelaciones de Dios se den en un contexto
de marginación, pues es ahí entre los necesitados donde se ejerce la caridad
por supervivencia y no por conciencia, donde se gestan los actos más terribles
de abandono, desesperación y es necesaria la plegaria y la esperanza en un Dios
que este al alcance de todos, no como los dioses paganos que fueron honrados
por emperadores en templos majestuosos con grandes ofrendas, tributándoles a
favor de los deleites terrenales. Es en la marginación donde se invoca a Dios
pidiendo lo elemental: ¡la vida y el alimento!, y no en la opulencia donde el
ser humano se ensordece olvidando lo elemental.
El primer patriarca hebreo es Abraham y aunque
es descrito como un hombre rico, no dudo que este fuese llamado a la fe en
atención a sus esclavos y jornaleros, pues en la promesa con Abraham el
patriarca circuncida a todos los hombres de su casa sin excepción añadiéndolos
por Abraham a ese Dios que lo llamo. Fueron los hebreos los marginados de
Egipto liberados por Moisés siendo Israel en aquel entonces el pueblo más insignifícate
de entre todos en la región, Dios llama a Moisés en atención a su pueblo y es
con Moisés donde se establece la primera alianza. Las leyes mosaicas otorgaron
un lugar especial para los marginados de Israel: viudas, huérfanos e
inmigrantes. Es Jesús quien nace en Belem una de las comunidades más
insignificantes de Israel, fueron los Apóstoles aquellos hombres no letrados
que anunciaban el evangelio de Jesucristo a todos, que fueron vistos
despectivamente por los eruditos fariseos. Para la Nueva Alianza pareciera que
Dios en la evangelización desea volverse el Dios de los marginados del mundo,
pero, no solo eso, sino que la Iglesia nos muestra que por el pecado el hombre
queda marginado de Dios, queda aislado de El, el pecado es una injusticia cometida
por el hombre en contra de si mismo y los demás, pero, Dios como siempre llama
al marginado de Dios, teniendo interés por la oveja perdida obliga a la Iglesia
a buscarla, a rescatarla, a reintegrarla a la Gracia. Como analogía de Abraham
y la circuncisión de sus siervos, es Dios quien por medio de Jesús solicita el
bautismo de todos sin excepción, sin dejar a ninguno afuera, queriendo Dios
convertir al genero humano en su templo rompiendo la marginación que nos es
producida por el pecado, es en esta marginación de la Gracia donde se producen
las conversiones mas impresionantes pues estando muertos sin fe se clama interiormente
por lo mas elemental: ¡la vida y el alimento!, donde ni riqueza ni pobreza
pueden saciar tal necesidad.