Dentro de las Sagradas Escrituras
existe la palabra inspirada, pero también, los autores sagrados escriben bajo
su contexto y su percepción, citando en ocasiones costumbres y creencias de la
época que poco tienen que ver con el resto de las creencias si se analiza la
totalidad de la Escritura. Por eso, es necesario considerar que dentro del
antiguo testamento existen distintos periodos de revelación.
Una de estas creencias antiguas del
pueblo de Israel era que “el pecado acarreaba maldiciones y estas eran
transmitidas de los padres a los hijos y a las siguientes generaciones”. Esta
creencia puede ser encontrada en los textos de Moisés (los 5 primeros libros de
la biblia). Bajo esta creencia, los hebreos afirmaban que la esterilidad era
una maldición de los padres y que por ello a tales personas “Dios no levanto
descendencia”.
Siglos después, el profeta Ezequiel
entrega a los Israelitas una profundidad que Moisés no pudo entregar. Ezequiel
por el Espíritu afirmo: “el alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:2-4),
imputando la inocencia a las futuras generaciones del pecado de sus padres.
En el mundo moderno, el pensamiento
de Ezequiel debe hacer eco más que nunca para liberarnos de prejuicios entre
grupos y no transportar la venganza a las nuevas generaciones como si esto
fuese un acto de justicia. Ezequiel sostiene la idea que “el individuo que comete
injusticia ese culpable”, deslindándolo del pecado de sus ancestros. Cada ser
humano nace siendo inocente.
Actualmente, en nuestro país se
promueven discursos de odio para movilizar a las masas, se culpa al clero, al
extranjero, al partido ò a la clase social, haciendo uso de la historia se
citan injusticias pasadas para ser transportadas al presente, como si los
culpables jamás hubiesen muerto. El ideal de Ezequiel es certero: “el culpable
deberá pagar por su delito”, “los hijos son inocentes del delito de sus
padres”. Es interesante la revelación de Ezequiel si nos apoyamos en ella para
la reconciliación, dejando a la historia en los libros.
Es importante compartir una
anécdota. En la pasada feria del libro, Ignacio Taibo II presento su libro
“Yaquis”, donde narra una serie de vivencias e injusticias contra la tribu, perpetradas
por caciques Sonorenses bajo el amparo del Presidente Porfirio Díaz. En la
presentación, un joven lanzo la pregunta al autor: “¿Usted cree que somos
Gobernados por la misma clase de gente, son sus descendientes, podría citar
apellidos?”. La respuesta de Taibo II me impresiono, pues tiene fama de
revolucionario y contestatario. Ignacio sostuvo: “cuidado, no podemos culpar a
los hijos por las injusticias de sus padres, lo que si debemos saber es que, si
el padre fue un desgraciado asesino y una de las calles de Sonora lleva su
nombre, la historia no puede quedar oculta, la historia debe ser contada para
no caer en los mismos errores”.
Cada generación que nace, nacerá
siendo inocente, pero heredara conflictos ò beneficios. Benedicto XVI afirma
que es obligación de cada generación conquistar los principios éticos y morales
de su tiempo. Esta afirmación puede liberarnos de muchos temores hacia el
futuro, pues, constantemente vemos la degradación sociedad y como bautizados
sentimos que perdemos estas batallas. Es nuestro interés luchar para dar en
herencia una sociedad con fe, principios y valores. La idea de Benedicto XVI
propone que se levanten nuevas generaciones que aboguen y contagien la moral
que nosotros no supimos defender.
Dios no culpara a las nuevas
generaciones de nuestras injusticias, “el alma que pecare esa morirá” y aunque
la sociedad parezca haberse perdido, confió en que existen santos que un no han
nacido. Las futuras generaciones por su inocencia cargan la esperanza,
transmitámosles la fe, no los prejuicios, culpable es quien comete delito.