Hace algunas semanas, se leyó la tentación
de Jesús en nuestras misas. El pasaje del evangelio contiene elementos
interesantes, que vale la pena resaltar. El texto expresa;
Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas
del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por
el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de
ellos tuvo hambre. El demonio le dijo entonces: «Si tú eres Hijo de Dios, manda
a esta piedra que se convierta en pan». Pero Jesús le respondió: «Dice la
Escritura: "El hombre no vive solamente de pan"». Luego el demonio lo
llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la
tierra y le dijo: «Te daré todo este poder y esplendor de estos reinos, porque
me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante
de mí, todo eso te pertenecerá». Pero Jesús le respondió: «Está escrito:
"Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto"». Después el
demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le
dijo: «Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito:
"El dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden". Y también:
"Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna
piedra"». Pero Jesús le respondió: «Está escrito: "No tentarás al
Señor, tu Dios"». Una vez agotadas todas las formas de tentación, el
demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno (S. Lucas 4:1-13).
La primer tentación: “convierte
estas piedras en pan”, es una tentación “disfrazada de bondad”, pues ¿Qué tiene
de malo comer después de un ayuno tan prolongado?.
Uno de mis maestros en el Instituto Bíblico,
Javier A. Márquez Valenzuela, enseño que, a los hombres alejados de la gracia, Satán
los tienta con el pecado; la lujuria, la borrachera, la ambición, etc., para
que permanezcan en el pecado, mientras que, a los que están en gracia, el
enemigo los tienta con las cosas que están permitidas para interrumpir la vida
de oración.
Recientemente, Francisco I dio una declaración:
“todos los días, antes de dormir, debemos decidir entre orar ò ver televisión”.
Ningún pecado hay en ver televisión, pero no hay que descuidar la oración, ejercitar
nuestro espíritu para saber decir no a las cosas que poco a poco nos alejan de
Dios. Ningún pecado habrá en muchas otras cosas, no descuidemos los minutos que
son para el creador.
De la segunda tentación: “todos los
reinos de este mundo te daré”, Ratzinger afirma que al igual que Jesucristo, la
Iglesia como su cuerpo siempre ha estado tentada a poseer el poder político. El
reino de la Iglesia no es de este mundo. Muchos de nosotros, somos tentados
para gobernar sobre los demás, debemos cuidarnos de esa actitud. Mayor es aquel
que sirve.
En la tercera tentación: “tírate de
aquí abajo, porque está escrito: El dará órdenes a sus ángeles para que ellos
te cuiden”. En esta parte, se presenta al demonio citando las Escrituras. Usándolas
para manipular y destruir. Muchas cosas están escritas en la biblia, pero ¿Qué uso
se le da ò que fin persiguen aquellos que la citan?, ¿buscan edificar el cuerpo
de Cristo que es la Iglesia ò simplemente destruirlo?.
Como bautizados, seremos tentados en
muchas ocasiones a lo largo de nuestra vida. Vencer la tentación nos beneficia,
si caemos, volvamos a Dios.