domingo, 13 de enero de 2019

Exodo


            El libro del Éxodo no se llama así, en realidad se llama “Shemot” que significa “nombres”. La cultura occidental cambio su titulo llamándolo “éxodo” por el evento del éxodo de los hebreo en Egipto. ¿Por qué el libro se llama “Shemot” ó “nombres”?. No lo sé, puedo inferir, quizá se llama “nombres” porque Dios se mostro como “Yo soy”.
            Al leer la totalidad del libro uno aprecia como este se divide en dos grandes eventos; el éxodo y la adoración a Dios. El libro se compone de cuarenta capítulos y del capítulo veinte hasta el último, la narrativa estará enfocada a la adoración en la nueva religión de los Israelitas establecida por Moisés; desde sus mandamientos, la elección y consagración de sus sacerdotes, los artífices del santuario, etc.
            Dentro del libro, hay cuatro eventos que puedo considerarlos como antagónicos, el primer par está ligado a la liberación; las diez plagas en Egipto y los diez mandamientos. Creo que el autor del libro –Moisés- plasmo estos antagónicos para mostrar la degradación de Egipto (esclavos del pecado) y su retribución en diez plagas, pero a su vez, la santidad que Dios desea compartir con su pueblo mostrándoles virtudes expresadas en diez mandamientos (camino de liberación).
            El segundo par está ligado a la adoración; el Becerro de oro y la construcción del Tabernáculo. En ambos casos está el deseo del pueblo para adorar y se manifiesta en el desprendimiento del oro para edificar ó ídolo ó el Santuario. Los hebreos aportaron libremente y sin objeciones, desprendiéndose de objetos de valor para edificar ambos hitos.
            Construyeron un Becerro de oro en la desesperación de no tener un dios, pues, creyeron que Moisés no retornaría del Sinaí, así, construyeron un ídolo y lo adoraron; aunque cayeron en idolatría, su preocupación por adorar era genuina pero perdieron la paciencia y terminaron en la idolatría, adorando una ocurrencia.           
            Refiriéndonos a la construcción de ambos hitos, en el caso de la idolatría, la Escritura describe en menos de un verso como se construyo el ídolo; “Él los tomó de sus manos, los fundió en un molde e hizo un becerro de fundición…” (Ex. 34:4). En el caso del Tabernáculo, las instrucciones para edificar ese Santuario con todos sus elementos son descritas en varios capítulos. El libro concluye con la consagración del mismo y en el penúltimo capítulo se hace un resumen de los elementos que lo integran;
            "Entonces presentaron a Moisés la Morada, es decir, la Tienda y todos sus utensilios; los broches, los tablones, los travesaños, los postes y las basas; el toldo de pieles de carnero teñidas de rojo, el toldo de cueros finos y el velo protector; el Arca de la Alianza con sus varas y el Lugar del Perdón; la mesa con todos sus utensilios y el pan de la ofrenda, el candelabro de oro puro con sus lámparas, todos los utensilios y el aceite del alumbrado; el altar de oro, el óleo de la unción, el incienso aromático y la cortina para la entrada de la tienda; el altar de bronce con su enrejado, sus varas y sus utensilios, la pileta con su base; el cortinaje del atrio, los postes con sus basas, la cortina para la entrada del atrio, sus cuerdas, clavos y todos los demás utensilios del servicio de la Morada, la Tienda de las Citas; las vestiduras de ceremonia para el servicio en el Santuario; los ornamentos sagrados para el sacerdote Aarón y las vestiduras de sus hijos para ejercer el sacerdocio" (Éxodo 39:33-41).
            El libro del éxodo me hace saber que tenemos un Dios que nos llama a la libertad para seguir sus mandamientos, y en definitiva, es un Dios sumamente litúrgico. Pidamos a Dios la sabiduría para poder apreciar esto.