Es común que la gente cuestione a la Iglesia
Católica, afirman; “¿Por qué la Iglesia no se moderniza y se adapta a la
cultura moderna?”. Esto por la dinámica social que vivimos; la unión libre, el
divorcio, la homosexualidad, el sexo sin compromiso, etc. y también por la
vivencia de la fe en la sociedad; sectarismo cristiano ó una fe sin
estructuras, ni jerarquías, sincretismos ó mezclar toda clase de creencias y no
profundizar o comprometerse con alguna, esoterismo y supersticiones,
filosofías, activismo y doctrinas que pueden dar luz temporal y caducan cuando
dejan de sorprender.
Todo va en constante cambio y movimiento pero la
Iglesia parece no cambiar, queda ahí como una opción “vieja”, “tradicional” ó “retrograda”
para una sociedad que se mueve con rapidez. La Iglesia Católica no luce como
una denominación cristiana moderna donde resaltan las pantallas gigantes, las
luces, el escenario moderno con música avivada y discursos motivadores que se
apegan a la visión del hombre actual; la cultura del éxito, la felicidad y del
triunfar. Nuestra Iglesia no luce como el lugar donde todo se resuelve
fácilmente y rápido, pareciera que no pasa nada y que para todo se ocupa un
permiso ó una carta firmada por el Obispo ó el Vaticano.
La pregunta es natural, el mundo moderno está en
constante cambio pero ¿Por qué la Iglesia Católica no se moderniza?. De esta
interrogante debemos profundizar, ¿Para que deseamos cambiarla?, ¿Qué nos mueve
a pensar así?, ¿para que deseamos la modernidad?, ¿Qué nos mueve a creer que lo
moderno será mejor que lo tradicional?, ¿No será que en el fondo somos egoístas?.
Citare un ejemplo paralelo; cuando Israel fue
liberado de la esclavitud de Egipto paso cuarenta años perdido en el desierto,
esto le sucedió por su rebeldía, probablemente si hubiesen sido menos rebeldes
y más atento para escuchar a Dios, hubiesen llegado más rápido a la tierra
prometida. ¿Qué podemos aprender de esto?. Que probablemente Dios nos ha puesto
las cosas más fáciles de lo que creemos pero nosotros por estar en constante
cambio, no nos tomamos unos minutos para meditar, para entender que en realidad
no hay necesidad de cambiar gran cosa porque la plenitud de la gracia ya está
ahí, somos nosotros quienes no tenemos tiempo para apreciarla.
Por la vivencia de este mundo complicado y
enredado, confundido por la mala herencia teológica de muchos que opinaron en
ignorancia y de modo irresponsable, contaminando la razón de muchos por sus
doctrinas, llegar a la tierra prometida –la Eucaristía- resulta un verdadero
laberinto. Pareciera que Dios también permite estos enredos para que los
hombres lo busquen, toquen y encuentren.
En ocasiones me imagino a Dios poniendo las
cosas y las situaciones con gran sabiduría, haciendo de su culto y su adoración
algo aburrido para los hombres, precisamente para medir la disposición del
corazón; el que es fiel permanecerá, el que es obediente estará conforme, el
inconstante se ira y el rebelde querrá quitar y poner.
¿Por qué la Iglesia Católica no cambia, porque
es tan cerrada?, la respuesta es sencilla, la Iglesia Católica no cambia y es
estrecha en su forma de pensar porque el camino a la perdición es amplio y
estrecho es el camino que lleva a la salvación.