Presidente George W. Bush acudió a un kínder, se
acerco a los pequeños y dijo “hola, soy el Presidente”, una niña contesto: “muestre
su identificación”. Desde entonces los Presidentes de E.U. tienen una
identificación que los señala como “Presidente”. Este sencillo evento nos hace
ver como los individuos perciben la realidad de distintas formas según su
sapiencia.
Platique con una amiga sobre el tema del
divorcio y el segundo matrimonio, antes de compartir la enseñanza del evangelio
pregunte “¿crees en Jesús?”, ella respondió “si”, después le argumente que fue
Jesús quien se opuso al divorcio y la segunda relación calificando el acto como
adulterio. Ella no creyó, intento darme motivos para no valorar estas palabras,
solo respondí “no son palabras mías, es una enseñanza de Jesús, en las cartas
de San Pablo también podemos encontrar este pensamiento, no es un invento mío”.
Esta plática me hizo recordar mis días cuando
desconocía la enseñanza bíblica, en ese entonces tenía un “idealismo” sobre Jesús,
no conocía sus palabras, no conocía sus enseñanzas. Leer a solas los evangelios
y después estudiar en el Instituto Bíblico Católico me ayudo a transfigurar ese
“Jesús idealizado” para ver realmente a ese Jesús que es principio y fundamento
de la Iglesia.
Esto me hace asociar la experiencia que tuvieron
los judíos cuando vieron a Jesús en Jerusalén; se negaron a creer porque ese
Jesús no se asemejaba a la idea que ellos tenían del mesías, sino que era todo
lo contrario, un mesías sin dinero y sin afanes bélicos. Desde esa realidad, en
la crucifixión, al centurión romano le fue más fácil confesar que Jesús es hijo
de Dios por no tener referencia, ni expectativas sobre el mesías, él confeso la
realidad que sintió y vivió, pudo transfigurarlo y ver su divinidad.
Entre los hermanos separados se promueve mucho
la idea de un mesías manifestado en gloria, poderoso juez, al cual se le
someten principados y potestades en las regiones celestes como se menciona en
los textos del Nuevo Testamento. La idea no es equivocada sino desproporcionada,
ellos no se convencen de que el Jesús Eucarístico es parte de ese mesías de
gloria que rompe con el reinado de las tinieblas para reinsertarnos con Dios, ó,
¿podemos decir que la gloria del mesías no reside también en la Eucaristía?, si
reside, la gloria de Jesús esta también en la Eucaristía, él dijo; “El que come
mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día
final…” (s. Juan 6:54). Entonces, el reinado de las tinieblas esta vencido por
la Eucarística, ahí hay vida y resurrección para vida eterna. ¿Cómo poder
apreciar a ese mesías en medio de ese pan?. Hay que pedirle a Dios que aumente
nuestra fe.
Para concluir, es bueno indagar en los misterios
de Jesús a razón de ir transfigurando esas percepciones y descubrirlo de un
modo más fiel a lo que realmente es él, ser desde muchísimas ópticas; en la gracia
de la Sagrada Comunión y sacramentos, en la oración, en el estudio de las
Sagradas Escrituras, en el apostolado trabajando con los necesitados. Todas estas
formas son útiles, nos ayudan a contemplar ese misterio que es Jesús para que nosotros
también nos transfiguremos a su imagen, esto es, la conversión del corazón duro
a un corazón divino.