Actualmente
se proyecta en los cines “Mujer sin filtro”, película estelarizada por Fernanda
Castillo. La cinta es entretenida y buena para pasar el rato, sin embargo, el
final feliz no es casarse ó reconciliarse sino volver a la soltería. Una
película similar es “Treintona, soltera y fantástica” de Bárbara Mori, mujer
que rompe sus ideales de vida y opta por vivir sin dirección, como si fuese una
adolescente que replantea su futuro.
Este tipo
de películas están enfocadas para determinada audiencia, donde se muestra la
ausencia del varón como un elemento liberador. En estas historias la mujer es
protagonista, trabajadora, ejemplar y el hombre suele ser impedimento para su
desarrollo personal, emocional y profesional.
En la última
cinta de “Star Wars: Episodio VIII, Los Últimos Jedi”, el obispo auxiliar de
Los Ángeles, Robert Barron, fan de la saga, ha hecho una crítica a la trama. El
protagonista, Rey, es una jovencita que desea convertirse en Jedi, pero el
episodio VIII ha roto con la tradición de Star Wars, atrás quedaron los
discipulados convencionales. En la cinta original, Luke Skywalker fue discípulo
de Obi-Wan y Yoda. La nueva película dejo de plantear esto, Rey será la primer
Jedi que no necesitara ser discípulo, Rey es mujer y será Jedi sin necesidad de
algún hombre. Barron argumenta que la producción de Star Wars prefirió ceder a
la cultura de género que conservar la tradición original de la orden Jedi.
En el
ámbito de la política podemos ver tintes de esta filosofía. Es común ver a los
candidatos a la Presidencia; Ricardo Anaya, José Antonio Meade ó López Obrador
acompañados de sus esposas en la publicidad política, pero ¿Por qué Margarita
Zavala no se le ve acompañada de su esposo?, algunos dirán que Felipe Calderón es
un impedimento porque fue Presidente, ¡claro!, podrían atribuirle los errores
de su marido. Pero, ¿Qué pasa con las demás mujeres en política?, ¿alguien
recuerda el rostro del esposo de Josefina Vásquez Mota, Claudia Pavlovich ó
María Dolores del Rio?, no, nunca aparecieron en la publicidad de campaña. En la
política el hombre se presume de familiar al lado de su esposa, si es mujer no
muestra a su marido. El mensaje es el mismo, la mujer en su proyecto no
necesita del hombre.
Cuando
las feministas niegan al varón en el desarrollo de la mujer que triunfa, me
recuerdan al conflicto que tiene un adolescente al negar en sus triunfos la
presencia de sus padres, los ocultan, reniegan de ellos, los hacen menos.
Más allá
de la cultura de género, del feminismo, del espacio que la mujer requiere en el
ámbito profesional, ¿Hasta qué punto esta cultura de los géneros va erosionando
la relación y el dialogo entre hombres y mujeres?, ¿no estaremos construyendo
una barrera más grande que aquella que deseamos derribar?, ¿no estamos
fomentando la cultura del menosprecio entre ambos?. No lo sé, pero cuando la
publicidad y la cultura orientan a la mujer para que se libere, para que rompa
con el hombre que la limita así sea su marido, se menosprecia a la familia
porque el esposo es varón y es familia. La mujer moderna no debe fiarse de su
felicidad y el aspecto económico, no debe olvidar lo afectivo, valorar la
estabilidad que padre y madre otorgan para el desarrollo pleno de los hijos. El
afecto se vive en comunidad y la primera comunidad es la familia.