En ocasiones vemos publicidad mediante fotografías en revistas ó anuncios panorámicos, estas imágenes nos muestran una realidad donde se suma algo de ficción, pues la tecnología añade atributos por encima de la realidad: intensidad de color, contraste, luminosidad, corrección de forma, etc. Al ver imágenes de conjuntos habitacionales donde se muestran las áreas verdes, casas muy bonitas, niños jugando y papas enamorados, percibimos una realidad que existe mas no en su totalidad, pues pareciera que nunca hará calor, que no existen los mosquitos, las hipotecas, los vecinos problemáticos ó las discusiones de pareja. El mundo no es color de rosa, mucho menos los que vivimos en el.
Decía un libro titulado “seis sombreros para pensar”, que la realidad era parecido a imprimir una fotografía, y que en ella hay varios tonos: “rojo, negro, blanco, amarillo, etc.”, rojo es ver el mundo con pasión, negro es ver el mundo fatalista, blanco es ver el mundo con confianza, amarillo es analítico, etc. Aunque el libro habla sobre el análisis de gerencia de empresas, el autor nos pide que miremos los problemas desde distintos ángulos para poder percibirlos completamente, pues esta es la mejor forma de tomar decisiones. Si yo veo un mundo totalmente blanco y doy mi confianza a cualquiera, no es de extrañarse que alguien se aproveche de mí. En cambio si soy totalmente negro limitare mi posibilidad de desarrollo por ser totalmente negativo. Así que para ver mejor, debo pensar en varios colores, incluso ponerme el “sombrero” de quien ve el mundo blanco, negro, amarillo, para percibir la realidad de otro y así entablar una comunicación.
Todos los colores se complementan entre si y al final nos dan un retrato de la realidad, pero a diferencia de la publicidad donde los colores se maximizan con fines de lucro mostrando una realidad exterior atípica, debo sumar también la realidad interior, ¿Qué imagen tengo yo de mi? y ¿Qué imagen tienen los demás de mi?, ¿Habrá diferencias enormes ó habrá algunas semejanzas?. Como no podemos saber completamente lo que los demás piensan acerca de nosotros, en primera porque no nos conocen completamente, y en segunda porque quizá teman decir lo que en verdad piensan, me enfocare más bien en nuestro ser interior, ¿Qué debemos buscar? “la coherencia”, que nuestra imagen interior sea coherente con nuestra imagen exterior para mostrar una imagen fiel. Hay quienes muestran una imagen de ellos mismos y ocultan otra dependiendo el grupo social, si están en la Iglesia son muy persignados, si están con los amigos muy reventados, nunca dicen lo que realmente piensan sino que aprueban lo que el grupo aprueba.
Sobre la honestidad, San Agustín tiene una frase muy conocida: “Señor, dame el don de castidad pero todavía no”, pareciera que lo dijo un sin vergüenza, pero la verdad es que San Agustín se mostró como realmente es ante Dios, con sus deseos buenos y malos, mostró una imagen coherente y completa de si mismo. También, se dice que un ateo hizo una oración a Dios y dijo de esta forma: “Señor en quien no creo, Padre que no reconozco, te pido si es que me escuchas, tengas compasión de mí por mi ignorancia e incredulidad”, creo que si existieran más ateos que hablaran con tal sinceridad habría más conversiones, pues aunque muchos no creen por ideología y desean conservar esta imagen en lo exterior, en su interior dudan.
No tengamos miedo de mostrarnos ante Dios y los demás como realmente somos, no vendamos una ficción de nosotros, eso es publicidad. A fin de cuentas todos tenemos errores y virtudes, cosas por aprender y enseñar.
Decía un libro titulado “seis sombreros para pensar”, que la realidad era parecido a imprimir una fotografía, y que en ella hay varios tonos: “rojo, negro, blanco, amarillo, etc.”, rojo es ver el mundo con pasión, negro es ver el mundo fatalista, blanco es ver el mundo con confianza, amarillo es analítico, etc. Aunque el libro habla sobre el análisis de gerencia de empresas, el autor nos pide que miremos los problemas desde distintos ángulos para poder percibirlos completamente, pues esta es la mejor forma de tomar decisiones. Si yo veo un mundo totalmente blanco y doy mi confianza a cualquiera, no es de extrañarse que alguien se aproveche de mí. En cambio si soy totalmente negro limitare mi posibilidad de desarrollo por ser totalmente negativo. Así que para ver mejor, debo pensar en varios colores, incluso ponerme el “sombrero” de quien ve el mundo blanco, negro, amarillo, para percibir la realidad de otro y así entablar una comunicación.
Todos los colores se complementan entre si y al final nos dan un retrato de la realidad, pero a diferencia de la publicidad donde los colores se maximizan con fines de lucro mostrando una realidad exterior atípica, debo sumar también la realidad interior, ¿Qué imagen tengo yo de mi? y ¿Qué imagen tienen los demás de mi?, ¿Habrá diferencias enormes ó habrá algunas semejanzas?. Como no podemos saber completamente lo que los demás piensan acerca de nosotros, en primera porque no nos conocen completamente, y en segunda porque quizá teman decir lo que en verdad piensan, me enfocare más bien en nuestro ser interior, ¿Qué debemos buscar? “la coherencia”, que nuestra imagen interior sea coherente con nuestra imagen exterior para mostrar una imagen fiel. Hay quienes muestran una imagen de ellos mismos y ocultan otra dependiendo el grupo social, si están en la Iglesia son muy persignados, si están con los amigos muy reventados, nunca dicen lo que realmente piensan sino que aprueban lo que el grupo aprueba.
Sobre la honestidad, San Agustín tiene una frase muy conocida: “Señor, dame el don de castidad pero todavía no”, pareciera que lo dijo un sin vergüenza, pero la verdad es que San Agustín se mostró como realmente es ante Dios, con sus deseos buenos y malos, mostró una imagen coherente y completa de si mismo. También, se dice que un ateo hizo una oración a Dios y dijo de esta forma: “Señor en quien no creo, Padre que no reconozco, te pido si es que me escuchas, tengas compasión de mí por mi ignorancia e incredulidad”, creo que si existieran más ateos que hablaran con tal sinceridad habría más conversiones, pues aunque muchos no creen por ideología y desean conservar esta imagen en lo exterior, en su interior dudan.
No tengamos miedo de mostrarnos ante Dios y los demás como realmente somos, no vendamos una ficción de nosotros, eso es publicidad. A fin de cuentas todos tenemos errores y virtudes, cosas por aprender y enseñar.