En
algún tiempo de mi vida, cuando solo me guiaba por los textos de los evangelios
y no participaba del sacramento de la confesión por incredulidad, tenía cierta frustración
al verme incapaz de modificar mis hábitos contrarios al evangelio, sin embargo,
de algún modo alcance a vislumbrar los cambios que Dios había hecho en mí, y
eso era más grande que todos mis pecados, por eso me alegre.
Hoy
creo en la confesión, es un acto totalmente ligado a las Sagradas Escrituras, a
la historia de Israel y la Iglesia. Algunos cuestionaran los modos y las
formas, pero el acto es totalmente coherente. Sin abundar, basta citar dos
pasajes del antiguo y nuevo testamento; proverbios 28:13.- “El que encubre sus
pecados no prosperará, mas el que los confiesa y los abandona hallará
misericordia” (proverbios 28:13) y Hechos 19:18.- “muchos de los que habían
creído continuaban viniendo, confesando y declarando las cosas que practicaban”.
La traducción de la palabra “pecado” es “injusticia”.
Me
he confesado con sacerdotes de todo tipo; en otras ciudades, de órdenes
distintas, sacerdotes jóvenes, adultos o ancianos, conocidos y desconocidos.
Cada uno de ellos imprime parte de su carácter, nos reprenden de modo severo o
de modo suave como si nada hubiese sucedido. Ellos deben prepararse para
recibir a los fieles, nosotros debemos prepararnos para presentarnos ante
ellos, no olvidemos que son representantes del juez. En la confesión es absuelto
quien se declara culpable. Creo que toda buena confesión debiese iniciar así; “confieso
no amar a Dios sobre todas mis cosas y no haber hecho el bien que puedo”.
Para
preparar una buena confesión es necesario hacer un examen de conciencia,
tomarse un tiempo para reflexionar y hacer memoria. En internet existen guías
gratuitas para preparar una confesión. La guía que utilizo es un documento de
cincuenta preguntas ligadas a los diez mandamientos; se inicia con una oración,
un análisis personal y se cierra con una oración. Cuando lo hago, acostumbro
anotar mis pecados en una lista para leerlos en la confesión ante el sacerdote.
Curiosamente,
los judíos para confesarse usan una forma parecida. Los rabinos elaboraron una
lista de todos los pecados que un Israelita puede cometer según las leyes de Moisés,
y en el rezo colectivo de Vidui, los recitan de modo publico en sus sinagogas
pidiendo piedad. Esto lo celebran solo una vez al año.
Este
fin de semana prepare mi confesión, utilice la guía, elabore mi lista y al
terminar, entre papeles apareció la lista de mi penúltima confesión. Leí
aquella hoja y me di cuenta que aparecían los mismos pecados, pero cotejando
ambas listas, había menos pecados en la última lista que en la penúltima, ósea,
pude apreciar el avance entre un periodo y otro, me sentí menos avergonzado.
He
guardado la lista de mi última y penúltima confesión, aunque Dios ha borrado
los pecados, este modo personal e ingenioso de inventariar mis pecados me hizo
apreciar de modo más profundo y claro este sacramento. Les recomiendo utilizar guías
para preparar sus confesiones, porque en ocasiones uno es incapaz de apreciar los
propios errores, aunque la conciencia no nos acusa, quien juzga es Dios y no la
conciencia.