Recuerdo que mis abuelos guardaban luto después del
funeral, por varios días vestían de negro y no acudían a fiestas, de esta forma
externa expresaban el dolor interno.
¿Dios está de luto?, en los evangelios se
menciona que el cielo obscureció cuando Cristo fue crucificado, este signo es
tomado como un dolor celestial, un luto divino, pintar el cielo de negro. Decir
“Dios está de luto” es un símbolo, y creo que su luto empezó desde Edén cuando
Adán murió por el pecado.
El evangelista San Lucas se refirió a Adán “como
hijo de Dios” (cap. 3, v.38), desde esta óptica, decir “a Dios se le murió un
hijo en el Edén” expresa la visión dolorosa del Padre. El pecado de Adán, visto
desde el nuevo testamento, y sabiendo que el cuerpo es templo del Espíritu
Santo y el Edén un símbolo de la plenitud en la gracia, me hace reflexionar, ¿Adán
murió en el Edén ó Dios se murió en el corazón de Adán?, creo que ambas cosas a
la vez. Claro, el pecado de Adán fue un pecado mortal, claro que sí, pero ¿qué
pasa cuando a un padre se le muere un hijo?, ¿no muere algo del padre junto con
él?, sí, si muere. Dios vio morir al ser humano en el pecado de Adán y vivió un
luto, bajo un dolor celestial escondido, similar al de un cigoto abortado que
no puede llorar porque no tiene ojos, ni boca para ser escuchado - a Dios nadie
lo ha visto jamás – y su dolor quedo oculto en los siglos esperando ser
manifestado de alguna manera.
Por el pecado de Adán, Dios vio morir al ser
humano y se compadeció, no de una forma lejana – como quien visita a un reo en
prisión - sino del modo más cercano – haciéndose compañero de prisión. Así,
Dios vio morir al ser humano y se compadeció falleciendo a su lado,
participando de la muerte humana en la crucifixión. El pecado nos dio muerte a
todos y El sin participar del pecado murió como nosotros, nos acompaño
haciéndose uno de nosotros.
En el pecado del Edén, ¿Adán murió ó Dios se
murió en el corazón de Adán?, Adán murió y Dios también murió en el corazón de
los hombres, y el sufrimiento de Dios nadie lo escuchó. Este dolor celestial
que nadie vio, nadie escucho, dolor oculto guardado por los siglos, quedo expresado
de forma visible por Cristo, quien cargo el silencio doloroso del Padre, pues Jesús
también cerró su boca, como cordero fue llevado al matadero y permaneció mudo
ante sus trasquiladores. El silencio doloroso de Dios quedo manifestado en el
silencio de Jesús. Como el dolor que cargamos y nadie ve hasta que se hace
visible cuando nos brotan las lagrimas.
Entre dolores celestes y terrenos debo admitir
que la sabiduría de Dios es sorprendente e inagotable, con esta tragedia a
querido purificarnos de la rebeldía que nos lleva a la muerte, pues, si la
humanidad representada por Adán no pudo estar unida a Dios en la alegría plena
del Edén, quizá al menos, pueda unirse a Él en el dolor de su crucifixión. En
el Edén estuvo permitido vivir sin participar del árbol que nos llevo a la
muerte – caímos y caemos - Hoy, habremos
de participar de una muerte – la de Cristo - crucificando nuestra rebeldía para
poder vivir. El que quiera seguir a Jesús, tome su cruz y sígalo.