Es común que las sectas cuestionen a
la Iglesia en las creencias sobre la virgen María y la salvación. Mientras el
sectarismo niega el ideal católico afirmando que: “estas prácticas no se
encuentran dentro de las Sagradas Escrituras”, nosotros afirmamos que estas son
parte de la enseñanza oral y que en la historia de la salvación no solo existe
la enseñanza escrita, pero ¿quién tiene la razón?. El sectarismo intuye:
“¿existe algún versículo bíblico para poder creerlo?”, mientras, la fe católica
cree a la cátedra oral y escrita recibida desde los Apóstoles.
Para exponer el tema desde una
fuente imparcial: no católica, ni protestante, abogo a las creencias judías
para el caso de “la intercesión de la virgen María”. Teniendo conciencia de que
Israel recibió de modo oral y escrito la revelación divina a la cual llamamos
Antiguo Testamento, que es la base teológica para el surgimiento del
cristianismo.
El rabino Yehuda Ribco señala que el judaísmo considera la
suplica a Dios sin intermediarios, no obstante, considera el papel de los
justos (tzadik) vivos ò muertos para que recen a favor de los judíos. Los “tzadik”
son hebreos de renombre por su conducta intachable, y se cree, que si el
maestro llevo una vida de dignidad y justicia, su muerte también las posee.
Existe integridad en la suplica de un tzadik, más que en la de un judío
ordinario. Como legado de los judíos, el rico clama por misericordia al
patriarca Abraham (tzadik) en el evangelio de San Lucas 16:24, siendo ambos
difuntos.
En
el judaísmo y en la catolicidad, encontramos un paralelismo de maternidad y
suplica entre Raquel y la virgen María. El Rabino Itzjak
Ginsburgh expone el papel de Raquel en un
artículo publicado en conmemoración del día de la madre judía (11 de Jeshvan de
5774 ò 15 de octubre de 2013), el día de la muerte de la madre Raquel. El
antiguo testamento expresa: "Se
oye una voz en Ramá, lamento, llanto amargo, Raquel que lamenta por sus hijos;
no se consuela por sus hijos, porque ellos no están. Así dice Dios: "Detén
tu voz del llanto, y tus ojos de caer lágrimas, hay una recompensa por sus
actos, dice Dios, ello retornarán del país de sus enemigos. Hay esperanza para
tu destino, dice Dios, y los hijos volverán a sus fronteras". (Jeremías 31:14-16).
El rabino señala; “en realidad, Raquel es la madre de
sólo dos de las doce tribus de Israel. Sin embargo, es considerada por el
profeta como la madre de todo el pueblo judío. Cada vez que los judíos necesitamos
algo viajamos a su tumba en Beit Lejem (Betlejem)
para suplicar a Dios allí. Hay muchas historias de oraciones judías que han
sido contestadas allí, todo ello en mérito de la madre Raquel. Mientras Raquel
llora por todos sus hijos, hay un niño en particular por el que reza más. Él es
el hijo que se considera ausente, o el más distanciado del redil del pueblo
judío. Con su poderosa fe en el eventual retorno de sus hijos a Dios y a su
patria judía, madre Raquel trae a sus hijos al retorno. Desde el más
"secular ", al creyente más “devoto”, en última instancia, todos los
judíos esperamos reunirnos como una nación en la Tierra Santa.
En la corriente Judía Jasidica, se
señala un famoso Midrash (historia del Talmud), que narra; “Cuando el Beit
Hamikdash (el gran Templo de Jerusalén) fue destruido, Moisés, las matriarcas y
patriarcas rogaron al Altísimo para que los Judíos volvieran a la tierra de
Israel. Desgraciadamente, los judíos habían pecado y el Altísimo selló el
juicio en su contra. A pesar de que Abraham, Isaac, Jacob y Moisés intentaron,
hablando de las grandes cosas que habían hecho en su vida, las puertas de la
misericordia se habían sellado. Pero Raquel habló. En el mérito de su amor a su
hermana Lea, y en mérito de no avergonzarla con gran sacrificio personal, el
Todopoderoso anuló su decreto. El Altísimo le dijo: “Deja de llorar, porque tus
oraciones han sido escuchadas”. Y continúan siendo oídas”.
Es interesante considerar este
antecedente, pues en la Nueva Alianza podemos dignamente llamar a la virgen
María como la madre suplicante de todos los cristianos. “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.